La decisión entre comprar o alquilar una vivienda es uno de los grandes enigmas financieros de la vida adulta. Como en todos los grandes dilemas, no hay una solución absoluta aplicable a todos los casos; sin embargo, este artículo sobrevolará los principales factores a tener en cuenta de cara a tomar una decisión.
La compra de una vivienda conlleva un gasto notable y requiere un compromiso a largo plazo. Sin embargo es una inversión versátil, pues ofrece un sinfín de posibilidades a la hora de hacer de tu hogar un lugar más cómodo y adaptado a tus necesidades.
Una vivienda en propiedad adecuada es garantía de estabilidad y confort. Así mismo permite el aprovechamiento de todos los recursos que ofrece el espacio mediante la decoración y estructuración de la vivienda.
También permite adaptar la residencia al estilo de vida y gusto del propietario, sin tener que enfrentarse a intermediarios y garantizando la rentabilización directa de la inversión.
Económicamente, la adquisición de una vivienda en propiedad ofrece seguridad y estabilidad, que son factores relevantes y necesarios en momentos de cambio en los ingresos, como puede ser la jubilación o el nacimiento de un hijo.
Lejos de ser exclusivamente un bien seguro, la compra de una vivienda permite también la posibilidad de una revalorización del inmueble, si en el futuro se desea venderlo.
Así mismo la posesión de una vivienda en propiedad fomenta la optimización energética y espacial, pues ofrece la posibilidad de invertir en la propiedad, cambiando la infraestructura: ventanas, electrodomésticos e implementación de sistemas de domótica, lo cual puede suponer un gran ahorro a medio y largo plazo.
Por último, el reciente incremento del precio los alquileres y el sintomático abaratamiento de los plazos hipotecarios hacen de este un momento particularmente propicio para plantear la compra de una vivienda.
Frente a la estabilidad de la compra, el alquiler de una vivienda se caracteriza por su atractiva flexibilidad. La temporalidad del alquiler permite no solo un menor compromiso burocrático y monetario inicial, sino también la opción de abandonarlo sin gran antelación.
Además, de requerir una inversión inicial baja (normalmente formada por una fianza fijada por el arrendatario y la primera mensualidad) puede conceder ciertas rebajas fiscales en función de la comunidad autónoma y de la situación personal y financiera del solicitante.
El alquiler de una vivienda también requiere una menor inversión para el inquilino durante la vigencia del contrato, pues ciertos gastos y obligaciones (especificados previamente) como los impuestos, facturas de comunidad y mantenimiento del inmueble suelen correr a cargo del arrendatario.
Además, la legislación española permite abandonar la vivienda en cualquier momento, notificándolo al propietario con una antelación mínima de 30 días, siempre y cuando hayan transcurrido 6 meses desde la firma del contrato. Esto hace del alquiler una opción dinámica y flexible, especialmente dirigida a los clientes más jóvenes.
Por último, la cuota mensual de arrendamiento está directamente ligada a las variaciones del IPC (Índice de Precios al Consumo), lo cual conlleva un aumento del precio si éste se incrementa, pero también una disminución consecuente si éste disminuye.
La compra o alquiler de una vivienda es una decisión personal e importante, en la cual el horizonte temporal y el estilo de vida del interesado deben ser cuidadosamente considerados para tomar la decisión más ventajosa, desde el punto de vista económico y personal.