En muchos ámbitos desde el del marketing financiero, hasta el más personal, se utilizan a veces de forma indistinta los términos de préstamo hipotecario y de crédito.
Esto pasa sobre todo porque se utilizan como sinónimos para dar variedad a los textos redactados o como palabras clave que se pueden sustituir sin variar el significado, o simplemente por el desconocimiento de la diferencia entre estos dos términos.
El hecho de considerar estas dos palabras sinónimos puede acarrear algunas confusiones a los usuarios. En este post te explicamos la diferencia.
Préstamo hipotecario
Un préstamo es una operación financiera en la cual un prestamista, que puede ser una entidad o persona, le entrega al prestatario una cantidad de dinero que siempre es fija. Esta cantidad se entrega entera al comienzo de la operación.
La condición es que la otra persona o entidad devuelva la cantidad prestada junto con los intereses que se hayan pactado anteriormente y en un plazo de tiempo determinado.
Esta devolución se denomina amortización y se suele realizar mediante unas cuotas regulares. Estas pueden ser mensuales, semestrales o trimestrales, con lo cual este tipo de operaciones tiene una vida determinada ya anteriormente y los intereses que se cobran son sobre el total del dinero que se haya prestado.
Crédito hipotecario
En cuanto al crédito, se trata de una cantidad con un límite fijado que en este caso una entidad pone a disposición de la persona. Esta cantidad de dinero no se entrega de golpe como en el préstamo.
La cantidad de dinero se podrá ir utilizando según las necesidades de cada momento del cliente ya que este dinero estará en una tarjeta de crédito o una cuenta. Es decir, se irán haciendo entregas parciales según las necesite el cliente.
No se pagan intereses sobre el dinero total sino sobre el dinero del que haya dispuesto solamente, aunque nos encontraremos que en muchos casos suele cobrarse una cantidad pequeña sobre el dinero no requerido.
A medida que se vaya devolviendo el dinero dispuesto, se podrá usar más sin pasarse nunca del límite.
Los créditos, a diferencia de los préstamos se pueden renovar o ampliar. Es decir, tenemos también un límite de tiempo pero cuando acaba este podemos ampliarlo.
Los intereses de estos suelen ser más altos que los del préstamo pero, como solo se paga por el dinero que hemos utilizado, compensa.
En resumen, comparten ambos la condición de cantidad prestada pero el préstamo es una cantidad entera de la que disponemos y el crédito se trata de una cantidad “virtual”.
Generalmente los préstamos han sido más utilizados por los particulares para conseguir cantidades de dinero para comprar viviendas, coches o viajes mientras que los créditos se utilizaban por empresas para sufragar periodos de poca liquidez.
Un crédito hipotecario resulta mucho más flexible si hablamos de las necesidades de liquidez de un negocio. Si necesitas el dinero prestado y pasas por una época en la que tienes suficientes ganancias como para devolverlo, podrás hacerlo y tendrás otra vez la misma cantidad prestada. Además de poder gestionar cuánto quieres pagar por los intereses, ya que sólo se paga por lo requerido en el momento puntual. Para tener estas condiciones en el contrato debe constar que se trata de un crédito “revolvente”.
La diferencia más destacada, aparte de la cantidad y la renovación, se da a la hora de querer cambiar de banco. Si se trata de un préstamo, la subrogación se produce casi sin costes y con condiciones favorables, lo cual no ocurre con el crédito hipotecario.
Dada la complejidad de los créditos, si no dispones de una buena formación financiera estos solo se recomiendan para negocios. Para viviendas, viajes o coches se suelen recomendar más los préstamos hipotecarios.